- «El potencial tractor de Europa es ostensible, pero se ejerce menos de lo que sería no solo deseable sino también posible», denuncia
El presidente del Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi), Luis Cayo Pérez Bueno, demandó este domingo “una Europa corregida y aumentada en clave social y de derechos”.
En una entrevista con Servimedia realizada en el marco del proyecto #TúEresEuropa, que esta agencia de noticias desarrolla con apoyo y financiación del Parlamento Europeo, con motivo de la Conferencia sobre el Futuro de Europa, Pérez Bueno pidió a Europa que haga mucho más por lo social y deje de considerarlo una “cuestión menor”.
“El movimiento social de la discapacidad en España es europeísta; consideramos a Europa y a su expresión política, la Unión Europea, como un campo abonado para el avance de la inclusión, los derechos y el bienestar de las personas con discapacidad y sus familias. El potencial tractor de Europa es ostensible, pero se ejerce menos de lo que sería no solo deseable sino también posible. No digo que nuestra confianza y convicción en Europa tenga fecha de caducidad, como si estuviera sometida a prueba; pero un buen instrumento se inhabilita si no se usa, en todas sus posibilidades. Europa puede y debe hacer mucho más por lo social, y ahora sigue considerándolo una cuestión menor, incluso una menudencia. Error de bulto, pues lo social dota de calidad y calidez a las comunidades democráticas. Europa necesita una conversión social”, subrayó el presidente de Cermi.
Por esto, Pérez Bueno instó a Europa a que “tome cartas» en la cuestión social. «Ha de creerse lo social e incorporarlo a su estatuto constitutivo y ponerlo en práctica. Hoy la Unión Europea es una arquitectura de poder vaciada socialmente, sin atribuciones ni competencias, que actúa con tibieza extrema, sin resolución. Ese es un pecado original que necesita ser condonado con urgencia».
Abogó porque la UE obre en dos direcciones: “Por una parte, incorporar la discapacidad en todas las grandes estrategias de la Unión Europea, con lo que inducidamente, sin un esfuerzo adicional extraordinario, se favorecería la inclusión, de modo más que apreciable. Y por otro, y complementariamente a lo anterior, establecer y llevar a cabo, de la mano de la discapacidad organizada de forma civil, políticas públicas robustas y sistémicas que tengan en la discapacidad como destinataria, que compensen las desventajas de partida y sitúen a las personas con discapacidad en posiciones equiparables al resto de la población”.
La vocación europeísta de Cermi es tan notable, que su presidente resaltó que ya han enviado sus aportaciones a la Conferencia sobre el Futuro de Europa que organiza y promueve el Parlamento Europeo. “Hemos confeccionado y publicado como Cermi y Cermi Mujeres un documento amplio sobre la Europa que las personas con discapacidad queremos, que no es más que una Europa corregida y aumentada en clave social y de derechos. Europa reúne todas las condiciones para ser el lugar del mundo más amistoso y acogedor con las personas con discapacidad, y a pesar de esas fortalezas, no lo es. Ofrece una respuesta débil, vacilante, reticente. No termina de asumir que la inclusión de las personas con discapacidad no es un favor que se hace a este grupo social, sino que es un favor que se hace Europa a sí misma, un factor de mejora colectiva. Persuadir sobre cambiar mentalidades y prácticas, esto es la tarea que nos hemos impuesto en este proceso de la Conferencia sobre el Futuro de Europa”.
En opinión del máximo representante de las personas con discapacidad de España, la UE tiene que comunicar mejor lo que hace en pro de los derechos de este colectivo. “La Unión Europea ha sido útil, ha contribuido a inducir cambios positivos para las personas con discapacidad; menos de los que nos gustaría, y muy lentos en su adopción y despliegue, pero cambios al fin y al cabo. No obstante, apenas habla de ello, no hay conciencia ni historia, como se dice ahora, relato. Falta relato social europeo. En esferas como la accesibilidad, el empleo, la no discriminación, la legislación de protección y promoción de derechos, la Unión Europea ha determinado progresos. Pero esta maquinaria funciona al ralentí, está en modo baja producción. Imaginemos lo que sería en modo máximo rendimiento. Ese es nuestro propósito, a saber, liberar el potencia inclusivo que encierra Europa, ahora en muy buena parte inédito”.
La maquinaria del Cermi, según su presidente, está bien engrasada porque “la agenda política del movimiento social de la discapacidad es ingente, tan abultada como las necesidades y demandas desatendidas o no cubiertas de este grupo social en cada nación y en todo el territorio europeo. La discapacidad sigue siendo un castigo, que penaliza sin culpa. Desde todas las ópticas, estamos en peores condiciones que el resto de la ciudadanía, por portar una nota de diversidad que no es aceptada o que no se sabe gestionar. El déficit por discapacidad es de proporciones colosales en toda la Unión Europea. Esto está más que acreditado, y no hay respuesta en proporción al problema. En resumidas cuentas, aspiramos a que las personas con discapacidad dispongamos de las herramientas precisas para ser las agentes de nuestra propia inclusión”.